martes, 23 de diciembre de 2008

2º aviso: Premios a los mejores poemarios 2008

Queridos editores y autores:

Se va acabando el tiempo. Necesitamos vuestros poemarios ya en: recepciondepoemarios@gmail.com. También los podéis mandar por correo ordinario si os ponéis en contacto con nosotros.

El nivel está siendo bastante alto y nos quedan pocas editoriales de las que recibir libros. Animaos y enviad vuestros poemarios. Nos gustaría que no faltase ni uno. Incluso si vuestros libros han sido publicados por ayuntamientos o universidades y no están en las librerías, echadle valor y mandadnos esos libros. No hay nada que perder. Tenéis las mismas posibilidades que los "grandes". Ni más ni menos.

Ánimo. Si no aparecemos por aquí hasta fin de año, es porque estamos leyendo como locos. Muchas gracias a todos los que habéis enviado ya vuestros libros. Son ya casi son doscientos. Feliz año a todos y mucha poesía y paz.

PD.- Y, queridos lectores, id pensando en los mejores poemarios de 2008 que vais a votar, y en las mejores/peores reseñas (en cualquier medio). Los que queráis ya podéis ir mandando vuestros votos (hasta cinco poemarios en español y hasta cinco mejores y peores reseñas) a: votarlibros@gmail.com

Colectivo AdW

jueves, 18 de diciembre de 2008

Nos ponemos navideños: José Ángel Valente y Juan Eduardo Cirlot


Teníamos problemas para redactar el post de esta semana. Ha habido muy pocos libros reseñados últimamente en los suplementos que seguimos. De esos libros, los que hemos leído no nos han gustado especialmente. Teníamos la opción de seguir nuestra vía crítica o establecer una pequeña pausa para recomendar algún libro de regalo. Era tan grande la atracción al tópico que hasta nosotros hemos caído.

Al final decidimos que los libros que recomendaríamos cumplirían todas estas premisas: ser de poetas ya fallecidos, ser españoles, suponer un regalo de "peso" y, finalmente, novedosos desde el punto de vista editorial.

En esa clasificación tan particular como discutible destacamos dos libros recientes:

"Del no mundo", de Juan Eduardo Cirlot. Edita Siruela: Incluye la producción poética de Juan Eduardo desde 1961 hasta 1973 (exceptuando Bronwyn obviamente). La cuidadísima edición y la enorme categoría de este poeta nos llevan a pensar que este libro sería uno de esos regalos que nos gustaría recibir. Si se incluye Bronwyn la alegría será doble.

El tomo II completa la obra completa de José Ángel Valente editado por Círculo de Lectores: Aunque algunos podrán decir que el segundo tomo se titula "Ensayos", lo cierto es que Valente habría escrito poesía aunque hubiera tenido que redactar un parte meteorológico. El volumen incluye unas 800 páginas extra de textos críticos dispersos o inéditos en la excelente edición de Andrés Sánchez Robayna, con prólogo de Claudio Rodriguez Fer. Si se incluye el primer volumen de poesía completa en verso y prosa la alegría del receptor también será doble.

Esta es nuestra breve lista, con la exigencias de nacionalidad, singularidad editorial y carácter póstumo que nosotros mismos nos hemos autoimpuesto para evitar susceptibilidades, que seguro que habrá. Como siempre, vuestra voz es más importante para completar o para anular directamente nuestros consejos.

martes, 9 de diciembre de 2008

José Watanabe. Poesía completa. Editorial Pre-Textos


Queridos lectores:

Esta semana tenemos un libro radicalmente distinto al de la pasada semana. Ambos son dos libros buenos de poesía, por muy distinta que sea la forma en la que se aproximan a su construcción.

La poesía completa de José Watanabe que nos presenta Pre-Textos, con prólogo de Darío Jaramillo, comienza con el poemario "Album de familia", de 1971, cuando el autor no había cumplido todavía los 30 años. Su estilo, sin embargo, está ya presente aquí, y seguirá sin grandes cambios hasta el final. El lenguaje es cotidiano, sencillo, coloquial, casi "lacónico". El verso es largo, despreocupado del silabeo. El tono es predominantemente narrativo, con un componente biográfico significativo.

Destaca la importancia que el poeta otorga al plano visual. Su mirada, en las ocasiones más acertadas, se acerca a esa mirada de niño con la que se supone que deberíamos ver las cosas los poetas. Es esa visión capaz de descubrir lo extraordinario en lo cotidiano quizás la seña más importante del estilo del poeta peruano. A eso habría que añadir un sano sentido del humor, que con los años se irá haciendo más negro. En cuanto a su estructura, el poeta deja caer en bastantes ocasiones la fuerza del poema en su tramo final.

En este primer poemario, "Album de familia", el poeta no miente al título y nos hace un retrato familiar. Hay una especie de inocencia en las cosas que escribe el poeta y una envidiable búsqueda de la irresponsabilidad:

"Hoy hemos fingido ser expertos en publicidad,
hemos fotografiado a todo el mundo con el hueco de la mano,
y textos para un producto imaginario nos han sobrevolado con persistencia."

Su sentido del humor, y su capacidad para extraer poesía de donde no la hay aparece en poemas sencillos pero llenos de poesía como "Flores de plástico". Su vida de oficinista, triste y gris, aparece también en varios de los poemas. De repente, un "Poema trágico con dudosos logros cómicos" nos saca del ambiente casi cómico del libro. El tono se mantiene negro pero a la vez travieso en su "Informe para mi hermano muerto en la infancia": "¿Te ves con papá?", pregunta el poeta.

"El huso de la palabra", 1989, es su siguiente poemario, casi veinte años después de su primer libro. A pesar de los años transcurridos, el estilo sigue siendo Watanabe: confesional, irónico, narrativo, etc. Hay excepciones, algunas extraordinarias, como la "Canción mágica para la cacería", que, efectivamente, es un texto que roza el misterio. El primer poema con nombre de animal, de los muchos que vendrán luego, es "La Mantis Religiosa", una metáfora del amor algo sobrecargada visualmente. También Watanabe comienza a escribir poemas metapoéticos, una costumbre que no llega a ser una obsesión, pero que no abandonará en el resto de su vida. Destaca, en este terreno, el poema "Los versos que tarjo":

"¿Es esta la palabra exacta o es el amague
de otra que viene
no más bella sino más espectacular?"

A veces el poeta juega con lo que podría denominarse una variante del realismo mágico. Suelen ser poemas por encima de la media. En "El huso de la palabra", dentro de este estilo, destaca el poema "La Danza", que se puede adscribir a ese grupo de poemas donde la realidad es algo difícilmente definible:

"Fue cuando apareció en la sala la raíz blanca, extraviada e inquietante
de un árbol callejero."

Como poema que juega con esos finales sorpresivos que le gustaban al poeta podríamos mencionar "Sala de disección". El sujeto poético observa a los estudiantes cotejando su libro con el cuerpo del cadaver cuando

"Sorpresivamente
una burbuja brillante brotó del interior del cerebro
como un mensaje venido de la otra margen,
y no había boca que lo pronunciara."

El libro va pasando por poemas menos interesantes, o bien porque se apoyan excesivamente en lo narrativo, y lo narrativo no tiene demasiado interés, o bien porque el final sobre el que descansa el poema falla.

En "Los iguana" Watanabe vuelve a conectar con la magia y establece un paralelismo brillante entre los habitantes de su pueblo y las iguanas:

"Allí pagaremos nuestra deudas,
...
como la iguana gris que sólo baja los párpados displicentes
para ver contra el sol
el color de su sangre."

La tercera parte del poemario, Krakenhaus, narra su estancia en un hospital aquejado de una grave enfermedad. Destaca por su nivel el primer poema, titulado "El nieto", elegía que evoca a su abuelo materno:

"la gente no muere de un órgano enfermo
sino de un órgano que inicia una secreta metamorfosis
hasta ser animal maduro y dispuesto
a abandonarnos."

A pesar de su estancia en el Pabellón de Cáncer, como menciona en el último poema, el tono general se aleja del agonismo fácil e incluso se permite seguir con la ironía:

"¡Mira que tu miedo es la única impureza en este cuarto aséptico!"

El tercer poemario de José Watanabe es "Historial Natural", fechado en 1994. En su primera parte, "La Zarza", el paisaje se torna desértico, la arena llega a parecer la única sustancia, el yo está ubicado en un lugar remoto y el tono se vuelve oscuro, en especial en poemas como "Camposanto". Hay un ligero tono existencial que no habíamos visto en anteriores poemas.

En la segunda parte de nuevo el mundo animal cobra su protagonismo y destaca el diálogo que emprende con una oruga en el poema "La oruga". Nos acordamos de Hart Crane en "El puente". La tercera parte, "Historia natural", es un retroceso a la infancia del poeta, a la vida humilde que debió vivir, destacando los poemas que hacen referencia a su hogar. Hay recuerdos de olores, elegías a su madre y a su hermano, poemas oscuros como "La muriente" y, en general, ganas de cambiar el mundo, que se reflejan en los últimos versos de esta parte:

"¿Sería posible, Copérnico,
sumar los movimientos de su mano
con los infinitos otros de la misma índole
y hacer uno solo
para que la vida que gira sobre tu teoría
sea rápidamente bella
como en este tejido de Cajamarca?"

En "Museo interior", la última parte, Goya, Segal y Munch dan un final temático bastante pesimista. En la "Coda", ofrece dos poemas metapoéticos, en el segundo de los cuales, "Arte poética", se ríe no sin razón, de las poéticas tan queridas por algunos.

"Cosas del cuerpo", 1999, es el cuarto poemario de Watanabe. La primera parte, del mismo nombre, comienza con una ingeniosa personificación del lenguado:

"...Mi vida
depende de copiar incansablemente
el color de la arena.."

En "Animal de invierno" el poeta se aproxima al misticismo en su búsqueda del hogar en la montaña:

"Hoy, después de millones de años, la montaña
está fuera del tiempo, y no sabe
cómo es nuestra vida
ni cómo acaba."

Hay también algún poema erótico, como "La ranita", donde Watanabe asocia a este animal con el clítoris. Despues de "Tres canciones de viaje" viene, quizás, la parte del todo libro más divertida: "Vichanzao". Si algunos, como Marzal, creen que la poesía es incompatible con el humor, aparte de otras muchas lecturas, le recomendaríamos algunos de estos poemas. "Vichanzao" empieza con un poema místico, "En el ojo del agua", de los mejores del libro. Ya en este primer poema se apunta lo que viene:

"A los cincuenta años
ya sabes que ningun dios te va a hablar claramente."

Destacan por su inteligente sentido del humor los poemas "Canción" y "La vuelta". En la última parte, "Otros poemas", continua la ironía, destacando "La convicción", poema de humor negro que transcurre en un cementerio.

En el año 2000 el poeta escribe una versión de la obra de Sófocles "Antígona", que ha sido incluida en el libro.

En el año 2002 Watanabe publica "Habitó entre nosotros", donde hace un recorrido por la vida de Jesucristo siguiendo la cronología evangélica. Aunque en un principio parece que el poeta va a seguir con su sana ironía ("Yo grité en el desierto / que vuestros pecados eran gordos como puercos.") lo cierto es que conforme transcurre el libro, los poemas se acercan más a la ortodoxia y se hacen menos interesantes. Entre todos destaca "Oración en Getsemaní" que comienza de esta forma brillante:

"Los olivos nunca crecen con decidido afán
de cielo, irgiéndose rectos y sin dudas.

Los olivos se retuercen nudosos y ásperos como gente atormentada."

"La piedra alada" pertenece ya a 2005. Su primera parte, "La piedra alada", se centra en el paisaje y en el mundo mineral a través de una observación minuciosa. En "La piedra del río" Watanabe hace un guiño a sí mismo:

"...Ay poeta,
otra vez la tentación
de una inútil metáfora."

En las "Tres canciones de amor" que siguen a esta parte el poeta afronta con humor e ironía sus historias de amor. "Arreglo de cuentas" insiste en temáticas ya leída del autor: el pueblo, los animales, los recuerdos del pasado, etc. Los "Epílogos" no nos evitan pensar que el autor parece que ha entrado en una cierta sequía creativa.

Su último poemario es "Banderas detrás de la niebla" (2006), que comparte algunos de los problemas que comentamos en "La piedra alada". La elegía, la metáfora a través del animal o su propia descripción, el ahondamiento en el pesimismo, el desierto como paisaje, están presentes. Destacaríamos el poema "Vieja con perra", por su capacidad de observación de una estación de autobuses, "La isla", hermoso cuento, y "En la calle de compras", donde el poeta muestra su aguda reflexión sobre lo cotidiano. Termina el poemario con un buen poema mitológico: "El otro asterión".

De los poemas que aparecen como inéditos, hay un poema interesante sobre la cruz, otro por su descarada aproximación escatológica titulado "Intestino", pero resalta por encima de todos, como uno de los mejores poemas de todo el libro, "Film de los paisajes", original y extraordinario poema, divertido a la vez que lírico, que nos recuerda al mejor Oliverio Girondo, tan querido en este blog.

José Watanabe fue un poeta hábil, brillante en ocasiones,que jugaba con las posibilidades de una mirada privilegiada, divertido, entretenido...Es posible que en sus dos últimos poemarios se repitiera estilos y formas ya escritos por él pero, a pesar de esto, sin ser un renovador sino un sencillo poeta, con algunos poemas extraordinarios, su poesía nos vale y nos acoge. Watanabe es uno de esos poetas que trae lectores a la poesía.

Valoración del libro "Poesía completa. José Watanabe": 7,5 / 10

P.D.- Dejamos un enlace de un vídeo de youtube del poeta aunque no tenga buen sonido. Lo incluimos no sólo porque nos gusta poner las voces de los poetas sino también porque los jurados de los premios de este país deberían de aprender algo de un poeta que se lee la obra de cien autores cuando ejerce como jurado. Aquí, en los supuestamente importantes, se leen por encima diez y luego se llama a dos o tres conocidos para que sean los ganadores. ¿A qué alguien se siente directamente aludido?

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Antonio Méndez Rubio. Para no ver el fondo. Ediciones Idea


Hola:

Esta semana nos ha tocado un libro de 2007 que recientemente fue reseñado en Babelia. Se trata del libro de Antonio Méndez Rubio "Para no ver el fondo". Edita Ediciones Idea. La reseña fue escrita por Manuel Rico. No vemos, que nosotros sepamos, conflicto de intereses por su parte. Respecto a nosotros, Antonio y el grupo de poetas que formaban "Alicia Bajo Cero" han sido uno de los sospechosos habituales relacionados con nosotros. Con todo nuestro respecto y cariño a Quique y compañía, somos más jovenes, no somos marxistas y, para que se vea que repartimos un poquito de leña a todos, jamás hemos organizado antologías, habría que llamarlas libros colectivos, de amigos :p

"Para no ver el fondo" está dividido en 5 partes, que el autor denomina libros. Cada uno de los libros tiene 17 poemas.

"Zoom" es el primero de los libros. A primera vista destaca una escritura sin puntuación, que sólo encontramos en esta primera parte. El verso, como es habitual en el poeta, es corto, abundan las yuxtaposiciones y un léxico que suele girar en torno a unas pocas palabras. El mensaje se hace voluntariamente críptico y repetitivo, y se aprecia tanto la deconstrucción del lenguaje como su descomposición fragmentaria. Hay algunos juegos con los sonidos (¿porvenir? / para arder)
La transmisión poética, a veces oculta de manera deliberada, se muestra otras veces lo suficientemente clara como para explicar el resto:

"la canción de las hierbas amarillas
esa obediencia bajo
la luz del estupor
de nada a nada
con
esa condición
y no con ninguna otra"

Pronto queda claro que detrás de esa nada puede estar la realidad, una realidad que asfixia ("cuando salir sin aire / al aire..."). El poeta marca clara la distinción entre día y noche, nos habla de la ausencia o la memoria. Finaliza este primera parte centrado en la desubicación. La paradoja quizá es la figura que mejor representa la duda continua que se expande sobre el poemario:

"que el mundo no
sea una vez más el mundo"

La parte segunda, "Aunque", esta dominada por una paisaje de niebla y nieve, en donde el zoom es imposible como respuesta toda vez que lleva a un mayor adentramiento en la oscuridad. Cada poema lleva asociada una película o un libro. Si en la primera parte, en el poema 16, el poeta hacía una primera mención paradójica sobre el título del poemario, "para no ver el fondo / anterior a lo que no va a ocurrir", esta segunda parte comienza jugando de nuevo con el título, deseo y certeza:

"¿Qué ruinas, cuerpos
para no ver el fondo?"

El mismo poeta se responde con la sabiduría de la incertidumbre sobre lo que se ve: "ninguna imagen guarda / la sed más prometida."

Técnicamente continua el uso de la paradoja ("extendido en la tierra que no existe"), de la elipsis en sus diversas formas, personificación ("La luz se abrevia. Viene del exterior / a arrepentirse"), hipérbaton ("más luz habrá hecho falta"), extrañas estructuras sintácticas ("Ahora las nubes / son de ningún país"), sinestesia ("ver lo que dice el sonido"), normalmente de visualización del sonido; la metáfora ("Pero aquella blancura de la nieve que hubo/.../también era una huella / de la pregunta por la claridad"), etc.

Temáticamente encontramos reflexiones sobre la soledad ("Sobre el musgo de nieve / nada, nadie), el miedo (en un claro cliché como "Todo se oculta en la clarividencia / del miedo a la ceniza"), la muerte, referencias a su tierra natal tanto por Buñuel como por el latinismo hic incipit extrema hora, un paisaje del que a veces brota humo tras la destrucción, imposibilidad del olvido y la verdad, imposibilidad de localizar el lugar del encuentro que ocurre una vez tan sólo, y entre todo, la neblina que rodea los objetos.

La tercera parte, "Contraventanas", tiene una nueva singularidad formal frente al resto: cada uno de los diecisiete poemas tiene nueve versos. Aunque se aleja del silabismo métrico, hay un gusto natural por el número impar.

Esta vez el sueño comienza diurno y la relación memoria-título se hace clara:

"...La ceguera
guarda una memoria imposible
para no ver el fondo."

El tono se vuelve más optimista en algún poema de "Contraventanas": "Hasta el aire está ahora abierto / a lo que dure la canción". Pero comienza a llover y parece como si la lluvia susurrara la palabra obediencia. Y es la luz, como dice el poeta, la que se olvidó del fondo para poder vivir. Y esa falta de luz, esa "urgencia por la oscuridad" se relaciona con la falta de voz, con la mudez, con el desaliento como inocencia, el elogio al lenguaje que no habla. El fondo, de vacío desconocido, acoge.

Técnicamente encontramos las mismas figuras que en poemas anteriores, aunque el tono es más claro y sentencioso. Destaca como novedoso alguna triple repetición ("Se espera. Se vuelve. Se aclara"; "Humedad. Licencia. Sazón").

El libro cuarto, "Maniobra" es el único que está escrito como prosa poética y el único donde aparece la primera persona. Las maniobras parecen llevar al fin y su deseo. La identidad es la nadiedad. El sujeto pierde la niebla que le impedía ver pero que le protegía a su vez. Vuelve la obediencia, el camino de huellas anónimas que seguimos. Sabe que el no es un poder pero, ¿lo utiliza? El sujeto sigue para evitar la desmemoria y la pérdida es sólo una ocasión.

La quinta y última parte, "Más", tiene algo de resumen involuntario del libro. Existen, son ontológicamente, en la luz del fondo "no respirable". Pero no sabemos cómo son. Es como un caminar a tientas por una casa oscura. Un escenario con la tranquilidad después del holocausto o un escenario bélico. A veces, la pura contemplación. La paz, la tranquilidad, el "silencio para ver el fondo".

"¿Cuando descansa de su claridad
el agua que no tiembla en el fondo
del pozo?"

Técnicamente el poeta repite figuras: hipérbaton ("Ahora está para el cuerpo / todo por recibir"), personificación ("el mar no nos reconocería") o paradoja ("Regresan por la noche / adonde no habían ido"), aliteración ("tenaz trasluz de nube") e incluye nuevas como la hipérbole ("hasta / la semilla se esconde del fruto / para salvarse en esa oscuridad").

Antonio Méndez es un buen poeta. Tiene recursos técnicos de sobra, riqueza estilística, hondura, capacidad de reflexión, voz propia, independencia y personalidad en su obsesión por el lenguaje y su dominio de la deconstrucción linguística y semántica. Por el lado negativo, y hablamos de este poemario, nos resulta algo cansino que el discurso poético recaiga tan reiteradamente en una pocas palabras pivote (luz, nubes, aire, mirar, ojo, memoria, nieve, niebla, etc). Igualmente parece que en ocasiones la oscuridad de su discurso es más una postura estética. La abstracción en el uso de cierto sustantivos y adjetivos impide a veces una comunicación poética que podría ser más fluida y ganar intensidad. No es malo necesariamente que la lectura de un poemario de una sola vez se haga fatigosa, pero si la fatiga proviene de la repetición excesiva y de una nebulización que se intuye parcialmente artificial, el libro queda algo lastrado.

Nuestra nota refleja que "Para no ver el fondo" es un buen libro, en algunas partes muy bueno, fue finalista de nuestros premios el pasado año, pero que por los problemas que observamos se queda a las puertas de ser un poemario notable:

Valoración de "Para no ver el fondo": 6,9 / 10